Por: Clarence H. Wagner, Jr.
A pesar de todos los cambios ocurridos en la
tierra de Israel desde su fundación como Estado, todavía se puede andar a
orillas del Mar de Galilea e imaginar cómo hubiese sido cuando Yahoshúa (Yeshúa
) ministraba en esos lugares.
Casi siempre era seguido por multitudes de
gente, ansiosa por oír Su enseñanza. Fue a orillas de este mar donde una mujer
muy enferma lo alcanzó, desesperada por ser sanada de una enfermedad crónica.
Esta historia milagrosa es muy conocida por todos los lectores del Nuevo
Testamento.
Sin embargo, sucedieron tantas cosas
“entre-líneas” que, de nosotros conocerlas, fortalecerían nuestra relación con
el Señor. Esto incluye detalles en torno a flecos, caracoles, autoridad,
humildad y alas. Posiblemente estará pensando, “¿de qué se trata todo ésto?”
¡Continúe leyendo!
Flecos
En Mateo 9:20-22, encontramos la curiosa
historia sobre una mujer enferma que recibe sanidad simplemente al tocar la
ropa del Maestro: “Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía
doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía
dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Yeshúa,
volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija: tu fe te ha salvado. Y la mujer
fue salva [sana] desde aquella hora.”
En el evangelio de Marcos, encontramos más
detalles sobre esta historia: “Luego Yeshúa, conociendo en sí mismo el poder
que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis
vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices:
¿Quién me ha tocado?” (Marcos 5:30-31).
¿Cuál es el hecho significativo del borde del
manto de Yeshúa? A primera vista, parece ser un detalle de poca importancia.
Sin embargo, una vez entendemos cómo era el borde de un vestido en tiempos
bíblicos, estos pasajes adquieren significado. La palabra “borde” realmente
implicaba la esquina o punta del manto donde se debía ubicar un fleco o borla:
“Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras” (Deut.
22:12). Cada hombre judío debería utilizar flecos o tzi-tziot (palabra hebrea,
en su forma plural) en las cuatro esquinas o puntas de su vestimenta, según las
siguientes especificaciones dadas por Elohim:
“Y Yahwéh habló a Moisés, diciendo: Habla a
los hijos de Israel, y diles que se hagan franjas [o flecos] en los bordes
[esquinas] de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada franja de
los bordes un cordón de azul. Y os servirá de franja, para que cuando lo veáis
os acordéis de todos los mandamientos de Yahwéh, para ponerlos por obra; y no
miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os
prostituyáis. Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis
santos a vuestro Elohim. Yo Yahwéh vuestro Elohim…” (Números 15:37-41a).
Por esta razón, en la antigua Israel, los
hombres usaban una vestimenta exterior de cuatro esquinas o puntas, y a cada
punta amarraban unos flecos, otzi-tziot. Esta prenda de vestir llegó a llamarse
luego el talit , conocido en español como el “manto de oración”.
Pero, ¿por qué flecos? Estos flecos le
recordaban a cada hombre judío su responsabilidad por cumplir los mandamientos
de Elohim. Actualmente, estos flecos representan las 613 leyes de Yahwéh, de
las cuales 365 mandamientos son prohibiciones, y 248 son afirmaciones. Los
cuatro flecos en las esquinas también representan las cuatro letras hebreas del
Nombre Sagrado de Elohim: yod-he-vav-he, Yahwéh.
Debido a que los flecos caían visiblemente
desde las cuatro esquinas de la vestimenta en plena vista de todos, incluyendo
la de uno mismo, serían un constante recordatorio para caminar según las leyes
de Elohim. La palabra hebrea de la que tomamos nuestra palabra “Ley” es jalajá, y significa literalmente “caminar”. Obviamente, el seguir la ley de Elohim es
un diario caminar, y para mantenernos en este camino de justicia, necesitamos
ser recordados de ello constantemente.
El utilizar estos flecos en nuestra ropa sería
semejante a llevar La Biblia colgada a nuestro cuello. ¿Cómo nos conduciríamos
en público, cómo conversaríamos y a dónde caminaríamos? Elohim quería que estos
flecos sirvieran para mantener Su Palabra viva en la memoria de los israelitas.
Debido a que los judíos utilizan hoy día la vestimenta occidental, guardan esta
ordenanza vistiendo una camisilla con flecos en las cuatro esquinas debajo de
su ropa ordinaria. Sin embargo, permiten que sobresalgan las cuatro esquinas
para que puedan observarse los flecos.
Otra prenda de vestir donde se encuentran los
tzi-tziot es en el manto de oración, el cual utilizan los hombres judíos como
cubierta cuando oran. Siempre disfruto ver a los hombres de mi vecindario en
Jerusalén caminando desde la sinagoga a sus hogares, cada viernes por la noche
y sábado por la mañana, luciendo su gran manto sobre los hombros y espalda.
Cuando los hombres judíos oran, cubren sus cabezas con estos mantos de oración
para desconectarse del mundo exterior y entrar a la presencia de Elohim.
Esto se puede observar dentro de las sinagogas
o ante el Muro Occidental de Jerusalén. Los mantos de oración son blancos,
representando al cielo o la morada de Elohim. Tienen varias franjas azules
representando al Rúaj HaKódesh, o Espíritu Santo de Elohim. De esta manera,
entienden que el orar con el talit, o manto de oración, significa cubrirse con
la presencia de Elohim. Desde tiempos bíblicos, esta costumbre era semejante a
la oración secreta en el aposento, posiblemente tal como lo refiere Yeshúa en
Mateo 6:6, cuando nos dijo que nos encerráramos en nuestro aposento,
apartándonos del resto del mundo, para orar a Yhwh en secreto.
Este talit era el manto usado por Samuel (1
Sam. 15:27), y el manto que Elías echó sobre Eliseo (1 Reyes 19:19). También
era el manto utilizado por Yeshúa, cuyos tzi-tziot fueron tocados por la mujer
que tenía el flujo de sangre.
Aún en Su gloriosa segunda venida, Yeshúa
podrá estar utilizando Su talit. En Apocalipsis 19:11-16, Juan nos da la
siguiente descripción: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo
blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero… y tenía un nombre escrito
que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre;
y su nombre es: El Verbo de Elohim… Y en su vestidura y en su muslo tiene
escrito este nombre: Rey de Reyes y Soberano de Soberanos” (Apoc. 19:
11-13,16).
El autor J. R. Church sugiere que el vestido
que llevará Yeshúa es el talit, con Sus títulos escritos sobre éste y sobre Sus
muslos. ¿Dónde caen los tzi-tziot, sino sobre los muslos? Se puede notar que
hay cuatro títulos mencionados en este pasaje – un título por cada uno de los
tzi-tziot:
1. “un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.”
2. “El Verbo de Elohim” (v. 13)
3. “Rey de Reyes” (v. 16)
4. “Soberano de Soberanos” (v. 16).
El propósito de los cuatro flecos en la ropa
era, es y continuará siendo el de proclamar la Palabra de Elohim, de manera que
siempre se recuerde y se ponga en práctica.
Caracoles
Cada fleco debió contar con un hilo azul. Hoy
día, el tinte azul es tan prevaleciente que no podemos imaginarnos cómo,
durante los tiempos bíblicos, el azul era probablemente el color más costoso
para producir. Por esa razón, era utilizado sólo por la realeza o la clase
alta, quienes eran los únicos que lo podían adquirir.
Previo a la creación de tintes sintéticos, la
única fuente natural del tinte azul era una pequeña glándula en el caracol de
tipo Murex . Se requerían 12,000 caracoles para obtener una cantidad de tinte
que llenara un dedal. En el año 200
a. E. C., una libra de tela, teñida en azul, tenía un
valor equivalente a $36,000. Para el año 300 d.C., esta libra tenía un valor de
$96,000, lo cual indica que Lidia, la vendedora de púrpura y una creyente de la
primera iglesia, era una de las mujeres más adineradas en el Imperio Romano
(Hechos 16:14).
En el método tan breve que tiene la Biblia de
relatarnos cosas, esta pequeña cantidad de información sobre Lidia significa
muy poco para nosotros hoy día, pero decía muchísimo a los primeros creyentes.
De hecho, este detalle era un anuncio como: “¡Una de las mujeres más ricas y
poderosas del Imperio Romano acaba de convertirse!” Imagínese el impacto que
pudiera tener esto en términos de la predicación del Evangelio.
El color azul representaba, además, algo
divino, y hacía que se destacara la realeza del resto del pueblo común. El
tener un hilo azul en la vestimenta significaba tener algo de divino o real, y
le recordaba al que lo vestía sobre su propio significado ante los ojos de
Elohim. Después de todo, Elohim nos ha llamado a ser un sacerdocio real.
Este hilo tan atesorado probablemente pasaría
de manos del padre al hijo como un legado muy preciado. La franja azul en el
manto de oración de los hombres judíos hoy día tiene el mismo significado y,
curiosamente, las franjas azules en la bandera israelí representan lo mismo.
Los elementos de la bandera de Israel, muy
difamada mundialmente, son realmente una representación del Eterno. El fondo
blanco con franjas azules simboliza el manto de oración. A la estrella de
David, ubicada en el centro, se le ha otorgado varias explicaciones.
Una que me gusta proviene de un erudito judío,
Franz Rosensweig, quien lo interpreta de la siguiente manera: La estrella de
David se compone de dos triángulos. Uno representa a Elohim en su manifestación
como Creador, Redentor y Maestro. ¿Suena familiar? El otro triángulo representa
a Elohim, al hombre y a sus semejantes en una relación tri-dimensional.
Requiere que existan los tres elementos para poner en acción la palabra de
Elohim en nuestras vidas.
A mi entender, ésto hace de la bandera israelí
un verdadero estandarte y representación de Elohim, un testimonio al pueblo
israelí del Elohim a quien sirve y su razón de existir. Desde una perspectiva
espiritual, quizás ésta sea la razón por la cual la bandera de Israel, como el
pueblo y el estado israelí, se enfrenta a tanta oposición de parte del mundo
secular en que vivimos.
Autoridad
Los flecos también llegaron a asociarse con la
autoridad de una persona.
Saúl y David: En el caso del Rey Saúl,
encontramos que David lo humilló al acercársele a escondidas en la cueva cerca
del manantial de En Guedi, y cortó los flecos del borde de su manto, símbolo de
su autoridad. Los hombres de David le dijeron a David:
“He aquí el día de que te dijo Yahwéh: He aquí
que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se
levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. Después de
esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de
Saúl. Y dijo a sus hombres: Yahwéh me guarde de hacer tal cosa contra mi señor,
el ungido de Yahwéh, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de
Yahwéh” (1 Samuel 24:4-6).
¿Por qué David se sintió tan turbado de
corazón? Porque entendió que robarle los flecos del manto de alguien
significaba robarle su autoridad. Aunque David hizo esto para probarle a Saúl
que no buscaba quitarle la vida, el hecho de removerle los flecos de la esquina
de su manto era una humillación a Saúl. Esto fue lo que turbó a David.
Al salir Saúl de la cueva, inmediatamente
David salió tras él y se postró en reverencia ante Saúl para comprobar que no
lo quería matar. Le dijo a Saúl:
“¿Por qué oyes las palabras de los que dicen:
Mira que David procura tu mal? He aquí han visto hoy tus ojos cómo Yahwéh te ha
puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te
perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido
de Yahwéh. Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo
corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni
traición en mi mano, ni he pecado contra tí; sin embargo, tú andas a caza de mi
vida para quitármela” (1 Samuel 24:8-11).
Todos, incluyendo Saúl, sabían que David había
sido ungido por Samuel para ser el próximo rey, razón por la cual Saúl temía a
David. En ese momento, David le quitó, literalmente, la autoridad a Saúl, y
pudo haber tomado también su trono. Pero no lo hizo; prefirió dejar que Elohim
escogiera el tiempo para recibir el trono. Este acto convenció a Saúl de que
David hablaba la verdad.
El acto de devolverle a Saúl su autoridad
también fue un acto de reconciliación entre ambos. Saúl le contestó: “…Yahwéh
te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo. Y ahora, …yo
entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano
firme y estable…” (1 Samuel 24:19b-20).
Booz y Rut: Otro ejemplo de la autoridad
representada a través de los flecos o tzi-tziot se encuentra en un pasaje en el
libro de Rut, el cual a veces es difícil de comprender. En el capítulo tres,
Rut se dirigió a Booz para recibir su bendición, y así pedirle salir de su
situación difícil. Se fue a la era durante la noche de parva de las cebadas y durmió
a sus pies.
“Y aconteció que a la medianoche se estremeció
aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies.
Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende
el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano” (Rut
3:8-9).
Booz inmediatamente comprendió lo que quiso
decir, y le contestó: “Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que
tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa” (Rut
3:11). Procedió a hacer los arreglos pertinentes para ayudar a Rut y,
eventualmente, se casó con ella.
Lo que hizo Rut al pedirle a Booz que
extendiera sobre ella el borde de su manto era indicarle de forma simbólica que
se ponía bajo su autoridad.
Humildad
Para fines del período del segundo templo (70 a.C. – 135 d.C.), los
flecos se habían convertido en un símbolo de “estatus” social. Mientras más
adinerado era uno, más grandes eran los flecos. Esta actitud siempre ha sido
parte de nuestra naturaleza humana, ya que somos dados a querer exhibirnos
públicamente; por ejemplo, nos gusta lucir el tipo de vehículo que poseemos, la
casa en que vivimos, o las prendas que vestimos. Es sabido que, durante el
tiempo de Yeshúa, los flecos de algunos fariseos eran tan largos y elaborados
que arrastraban el piso. Era este orgullo y ostentación lo que Yeshúa repudiaba
cuando dijo, “…extienden los flecos de sus mantos…” (Mateo 23:5).
Cuando hablamos de los fariseos, es importante
notar que no todos eran hipócritas. Nicodemo era un fariseo (Juan 3). Ellos
eran los líderes religiosos conservadores de esa época. De hecho, Yeshúa dijo,
“En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y fariseos. Así que, todo lo
que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus
obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:2-3). Al igual que en nuestra época,
existían entonces algunos líderes religiosos buenos y temerosos de Elohim; pero
otros eran charlatanes. Debido a las referencias hechas con respecto a su
piedad externa y muerte interna, los cristianos equivocadamente los visualizan
como personas despreciables. Teológicamente, Yeshúa se parecía más a los
fariseos que a los saduceos.
La lección de este pasaje, para todos
nosotros, es que es más importante conducirnos según los mandamientos de Elohim
por convicción interna y en humildad, que simplemente llevar una apariencia
externa de prácticas religiosas excesivas. “…el hombre mira lo que está delante
de sus ojos, pero Yahwéh mira el corazón” (1 Samuel 16:7b).
Alas
Regresemos a la mujer que se encontraba a
orillas del Mar de Galilea, la que se acercó a Yeshúa para ser sanada. Cuando
se abría camino entre la multitud, no era para darle unas palmaditas en la
espalda. Era una mujer desesperada, quien había gastado todo su dinero en curas
inefectivas. Realizó un acto valiente cuando se empujó entre la multitud
porque, según la ley levítica, era prohibido que una mujer en su condición
estuviera entre el público porque era considerada inmunda o impura (Lev.
15:25). Sin embargo, había agotado todas sus esperanzas, y no tenía nada que
perder. Había oído hablar sobre este Mesías que sanaba, y lo buscó
ansiosamente.
Pero, ¿por qué tenía que tocar el borde de Su
manto – los flecos de Su talit? Estos tzi-tziot eran el punto de contacto que
ella necesitaba para liberar su fe y recibir un milagro en su vida.
¿Qué representaban los flecos? Primeramente,
representaban la Palabra de Elohim, la fuente de salud para todas las
necesidades de su vida. En segundo lugar, los flecos representaban la autoridad
de Yeshúa . La mujer había oído la noticia de que muchas personas eran sanadas
por El, que enseñaba con autoridad, y que cuando hablaba, milagros ocurrían. En
tercer lugar, había algo más allá que simplemente unos flecos. El profeta
Malaquías habló del Mesías de Israel, diciendo, “Mas a vosotros los que teméis
mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación [salud]…”
(Malaquías 4:2).
La palabra hebrea para “alas” usada en este
pasaje es kanaf , una palabra que significa específicamente plumas parecidas a
flecos, o las orillas del plumaje de un ave, no el ala completa. Todos hemos
visto un águila o un halcón volando en forma circular en el cielo y hemos
notado que sus alas son parecidas a flecos. Esta palabra, por lo tanto, tenía dos
significados y podía ser traducida como “alas” o como “flecos”.
Probablemente la mujer había oído mencionar
que Yeshúa era el Mesías. Quizás recordó la promesa mesiánica del rollo de
Malaquías y pensó que, si habría de ser sanada, debería ser por medio de Sus
alas… ¿Sus tzi-tziot? Por fe, estrechó su mano y tocó los flecos de Yeshúa, y
fue sanada de su enfermedad.
Es interesante notar que, a través de todo el
Antiguo Testamento, cuando se habla de “alas” en referencia a Elohim, se
utiliza la palabra hebrea kanaf.Ciertamente, el lugar de nuestro refugio es
bajo el kanaf del Eterno, ¡o bajo Su palabra y Su autoridad!
Luego de su encuentro con esta mujer, Yeshúa
llega a la región de Genesaret, a orillas del Mar de Galilea. Los hombres del
poblado reconocieron a Yeshúa y divulgaron la noticia, de manera que trajeron
todos los enfermos, “y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde (los
flecos) de su manto.” La Biblia informa simplemente que “…todos los que le
tocaban quedaban sanos” (Marcos 6:53-56).
Estos enfermos no fueron sanados simplemente
por tocar los flecos de Su manto. Fueron sanados cuando su fe tocó el poder de
Elohim, Aquel que los podía sanar de sus enfermedades.
El manto fue el punto de contacto para poner
en operación su fe y así recibir un toque de parte del Señor. ¿Y qué de usted y
de mí? Nadie está exento de problemas en su vida, ya sea que sufra de
enfermedades, problemas familiares, problemas financieros o dificultades
emocionales. ¿Tenemos la fe sencilla para alcanzar y tocar el borde del manto
de Yeshúa ? Si es así, Él está esperando para responder a nuestras necesidades,
aún en estos tiempos tan modernos.