martes, 2 de abril de 2019

Religiones


Por Teresita Thompson

Los períodos históricos tienen fases religiosas y otras más ateas; sin embargo que sean ateas, no significa que no sean espirituales: en los momentos de preponderancia de la voluntad humanística se buscaba denodadamente un ordenamiento del universo desde la perspectiva del hombre, de esta manera, el pensamiento (convertido en filosofías, se abrió y produjo otras ciencias que evolucionaron por sí mismas en humanísticas) a una cimentación de la teoría arquitectónica en la geometría. Pero ya no en una geometría de (ignotas) proporciones divinas, sino más humana, más llena de escalas humanas. Por todo esto, hasta la construcción de las iglesias se llenaron de antropocentrismo y las monumentales estructuras de antaño, se redujeron y fueron perdiendo fuerza simbólica y ganaron en sencillez. Al mismo tiempo,  la proliferación de nuevas religiones, hizo que el centralismo religioso que dominó durante siglos, se convirtiera en un arco iris de cristianismos diversos y a su vez, esas religiones tan lejanas como el budismo, hinduismo, shintoísmo, islamismo y prácticas como el yoga o las artes marciales, se fortalecieran  en países que siempre habían sido puramente cristianos.

Este crisol religioso es mal visto por los fanáticos y fundamentalistas de cualquier credo, quienes aseguran que la propia creencia es la verdadera y única, la revelada por Dios y las demás son solo productos de los demonios. En la puja por ser el más cercano a la divinidad, el insulto parece ser un recurso muy válido.

Volviendo al tema de la arquitectura, si esta pudo convertirse a la sencillez, perdiendo el grado simbólico visible en las iglesias, significa que todo símbolo ya no debe buscarse desde el exterior hacia el interior, pues esa es una etapa superada, por lo que directamente, el buscador de la luz, debe adentrarse en sí mismo, investigando lo que piensa, hace, medita, estudia, responde, guarda y atesora. Si lo que encuentra es una brillante joya podrá compartirla con su comunidad, ese crisol de religiones y credos donde la verdad trascendente está presente y pasa desapercibida cuando se busca separatividad en vez de unión, descalificación en vez de comprensión y aceptación de la unidad en la multiplicidad espiritual. 

Los leonlandeses, somos respetuosos de todas las alteridades religiosas y de por sí, no practicamos ninguna religión como Estado. Luego, cada leonlandés, tiene la libertad de asistir a la iglesia que le sea más afín. Hay una gran mayoría anglicana, hay rosacruces y hay protestantes de diferentes líneas. Todos son conscientes de la paz que siente el espíritu cuando en las reuniones cada uno toma su lugar y oramos y meditamos en conjunto por la paz, el amor y la luz para el mundo. 



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