martes, 20 de noviembre de 2018

Las formas de la piedra en bruto



Por William Fox Talbot


Siguiendo con el traz.·. realizado por nuestro Presidente, Teodoro Klostenmayer, sobre la piedra en bruto, podemos conjeturar también cómo actúa la forma en nosotros, cómo nosotros ideamos la forma, y cómo necesitamos de ella para erigir nuestro templo interno. 

Es interesante hacer observancia de la acción purificadora de los vehículos internos y externos en tanto se va devastando la piedra. 

Un análisis serio de las acciones y reacciones internas, nos llevará a investigar cómo lentamente vamos refinando nuestros sentidos y alejándonos de todo aquello y quienes no vibren en nuestra nueva sintonía. Esto no significa ni desprecio ni ninguna clase de antipatía por algo o alguien, es solo que el tiempo habla por sí mismo y se va perdiendo contacto con quienes y con lo que no hay ya nada en común. 

Debemos a su vez considerar que tal mutación no hace a una falsa etiqueta, ni a esa exageración ridícula en la que caen muchos tratando de emular gestos, tonos de voz y temas de conversación de ambientes y clases sociales a las que no es invitado ni por asomo; todo esto es teatro barato y estupidez: la verdadera purificación y el genuino refinamiento se pueden revelar, para sorpresa de los ingenuos e ignorantes, en el ser humano más pobre, más mal vestido, más alejado de la riqueza material y cuyo lenguaje sea tan sencillo como descuidado. Al mismo tiempo, esta sintonía se puede hallar en un magnate que lejos de mirar hacia el costado cuando las catástrofes naturales, el hambre en los países en situación de caos económico o las secuelas de una guerra, crea instituciones filantrópicas allí donde son necesarias. 



Ahora bien: ¿qué forma debe adoptar la piedra en bruto? - En principio ninguna definida porque en tanto el mazo y el cincel actúan a diario, la forma se va transformando constantemente al ir desprendiéndose las partes que ya no son útiles.

Luego: ¿se llega a una forma definida? - Sí, por supuesto, pero no se permanece en ella porque el trabajo nunca termina y día a día se va ascendiendo hacia otras formas geométricas; tal es así que el trabajo continúa aún no existiendo la vida manifiesta en la forma. 


Entonces: si he llegado a una forma perfecta, como lo es un cubo, no me quedaré varado en él y seguiré avanzando hacia la forma siguiente, vida tras vida, buscando el perfeccionamiento y el brillo del diamante interno y cuando lo haya conseguido, habrá terminado mi trabajo en mi pequeña obra y comenzará el trabajo en la Gran Obra. 






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