Por Felicitas T. Cappella
Los leonlandeses tenemos determinados
instrumentos y herramientas que utilizamos en nuestros rituales.
Los collares de las luminarias simbolizan
las dualidades siempre presentes y cada leonlandés, según sea su género, portará
uno u otro. La belleza y perfección de nuestros collares, radican en las aleaciones metálicas que contienen, haciendo de ellos no solo un adorno simbólico, sino un talismán cuyo poder espiritual taumatúrgico coadyuva en la transmutación de desórdenes en los vórtices energéticos del cuerpo etérico.
Las espadas simbolizan la capacidad de
cada leonlandes de superarse a sí mismo por medio de la búsqueda de la riqueza
espiritual y el poder que otorga la luz del Centro donde la Voluntad de Dios es
conocida.
Cada leonlandés viste con orgullo y a la vez humildad el tahalí que sostiene su espada; y cada espada leonlandesa posee un nombre y ha sido ungida con aceite sacramental y bautizada por nuestro/a Maestre. Los nombres electos no pueden ser de seres humanos o de espadas famosas, debe ser un nombre meditado, reflexionado y que se identifique con el propietario de la misma.
La espiritualidad leonlandesa es estricta y
acata las normativas hacia el bien común y el bien general de los leonlandeses;
nuestra Fraternidad León de Asgard, fue creada como fuente de contención e
inspiración de los más altos ideales que guían a nuestra manada hacia el Sol
Central Espiritual, el Sol del León que se ha liberado de las ataduras
terrestres y reina en los cielos.