Una de las cartas más complejas del Tarot es
“El Colgado”.
Es una carta que nos lleva a la reflexión sobre la auto-observación, donde
emerge el campo de las dualidades, que en primera instancia se manifiestan como
antagónicas, luego, como síntesis primaria en el plano causal.
Es la carta de la “divina paradoja”, donde lo que parece ser una contradicción
en un accionar, guarda y vela un secreto que es inescrutable a los ojos
profanos.
“El Colgado”, tiene un trabajo previo en la carta anterior: “La Fuerza” y uno
posterior en “La Muerte”.
“La Fuerza” en el esquema de la carta, abre las fauces de una bestia, esto
significa que debemos ahondar en lo que está latente cual volcán a punto de
explotar en nuestro interior. Abrir las fauces de la bestia es desahogarse,
hacer catarsis, abrir las compuertas del dique. Y este no es un trabajo de
“Ermitaño”, sino un trabajo donde el otro colabora para que subjetivamente
pueda emerger el verdadero Yo. A posteriori, “El Colgado”, ya aplomado, puede
observar lo sucedido. ¿Pero cómo lo debe observar? Invertido, no desde el mundo
de las formas, sino desde el mundo sensible, tarea sumamente compleja, que
implica sufrimiento. ¿Por qué digo “aplomado”? Pues El Colgado, nada puede
hacer más que meditar sobre lo acontecido, está acongojadamente paralizado; ya
ha llorado, gritado y pataleado cuando emergió toda su Fuerza abriéndose,
desnudándose. Su estado, ahora, le impide actuar con el triple yo inferior y
esto provoca gran dolor para el estado al que siempre estuvo acostumbrado; debe
buscar el Alma, para eso, debe aprender a pensar por sí mismo, sin
interferencias que le digan qué hacer o a dónde ir. Así, sobrevendrá más tarde
“La Muerte”; la Muerte iniciática, donde hay que obedecer al mandato interno de
V.I.T.R.I.O.L.V.M: “Visita Interiore Terrae Rectificando Invenies Occultum
Lapidem Universalem Medicinam”.
Nele
Fox Talbot