Nuestras reuniones de Meditación de la Luna llena tienen un
significado muy especial, siendo de mayor importancia de lo que cree la
mayoría. No siempre comprendemos la utilidad de estas reuniones, cuando son
correctamente dirigidas y los presentes participan en forma adecuada.
La meditación que practican mensualmente los miembros de la Escuela Arcana
durante el Plenilunio tiene su parte útil.
Hemos tenido el privilegio de recibir ciertas enseñanzas
acerca de la Nueva
Religión Mundial, que: algún día suplantarán las actuales
actividades religiosas del mundo. Aunque ese día está distante, se ha intentado
algo más que afirmar esa posibilidad. La Jerarquía establece sus planes mucho antes de
realizar cualquier movimiento en Su trabajo espiritual. Algunas de las
características de la
Nueva Religión Mundial, si las sabemos apreciar, pueden
proporcionar un significado muy profundo a las reuniones que celebramos. Una de
tales consideraciones es el hecho de que en la nueva ciencia de acercamiento,
el principio de invocación y evocación, será empleado en forma grupal. Otro
factor significativo es que los momentos de la Luna llena son considerados muy valiosos y
convenientes para este trabajo invocador y de recepción de fuerzas espirituales.
En la Meditación de la Luna llena procuramos aprender a actuar en
relación con estas dos condiciones y, generalmente, nos abstenemos de utilizar
estas reuniones para hablar sobre la escuela y discutir acontecimientos de la
misma y en cambio dar conferencias y charlas sobre temas espirituales
generales. La función de quien dirige estas reuniones consiste, en el momento
en que se emplea el delineamiento de meditación, en ayudar a unificar el grupo,
enfocando la atención en el trabajo espiritual a realizar y en sincronizar el
pensamiento de los miembros presentes.
El proceso será espiritualmente superficial
si no podemos lograr, en tales reuniones, hacer cierto contacto con la Jerarquía , Por eso
confiamos en la potencia de nuestra invocación, como grupo, durante el momento
de la meditación. Por lo tanto, nada debería decirse que distraiga nuestra
atención y evite el triunfo del esfuerzo.
Para obtener éxito en el trabajo grupal
debe haber unidad grupal y la regularidad
en la asistencia y, aunque no existen reglas rígidas, se han convertido en una
norma, debido a la necesidad evidente de no hacer públicas las reuniones de
plenilunio, sino exclusivamente por invitación.
Hemos aceptado a ciertas personas que no
son miembros de la Escuela ,
pero que estudian las enseñanzas de El Tibetano, y a amigos de la Escuela que asisten
regularmente y simpatizan plenamente con lo que hacemos. Hemos decidido que el
número de asistentes sea muy reducido. Es necesario observar que las reuniones
de plenilunio no son apropiadas para que los miembros de la escuela inviten a
sus amigos a fin de aprender algo, respecto a la Escuela , o que escuchen a
alguien. Tampoco hemos sido absolutamente rígidos respecto a esto. En años
venideros quizás estemos en condiciones de realizar reuniones públicas de
meditación de Luna llena, mensualmente, entonces ellas serán un agregado y no
una expansión de las reuniones regulares que realizamos para la invocación
durante el Plenilunio.
El éxito de las reuniones depende más de la
colaboración consciente de los miembros presentes que del dirigente. En una
reunión de miembros de la
Escuela existe la gran ventaja de que tenemos un grupo de
personas que han sido preparadas y en muchos casos poseen un gran entrenamiento
en la práctica de la meditación, por lo tanto, pueden enfocar sus mentes con
éxito en el tema elegido. Este factor es otra razón primordial para restringir
la asistencia a las reuniones de la Luna
Llena.
Durante la meditación grupal debemos
primeramente establecer el correcto alineamiento del individuo entre los
vehículos de su personalidad, que actúan como unidad, y su propia alma,
produciendo así la fusión necesaria del alma con la personalidad, la cual puede
ser utilizada de dos maneras:
- Primero,
para abrir un canal para el trabajo invocador y;
- Segundo,
para llegar con éxito a ser una estación receptora.
Tal es la preparación del individuo en la
reunión.
Además de esto, a fin de obtener un trabajo
grupal exitoso, los individuos que asisten a la reunión deben lograr una fusión
considerable de energía de dichas personalidades fusionadas con el alma, de
manera que se crea en el recinto una fuente de abastecimiento de energía
espiritual. Esta fuente de energía es creada por el propósito e intención
consciente de los miembros que actúan como grupo; cuando ésta ha sido creada se
transforma en un punto focal magnético y en una estación de luz, a través del
cual pueden fluir las fuerzas espirituales. Por lo tanto, nuestra verdadera
función consiste en crear un canal por el cual pueda fluir fuerza jerárquica.
Si se alcanza este resultado en cierta
medida, debemos estar bien seguros de que el otro extremo del canal, por así
decirlo, permanece abierto y activo. Si la actitud que caracteriza la
consciencia de los miembros presentes en el grupo es obtener una meditación
exitosa, lograr un punto elevado de consciencia espiritual y llegar a ser
conscientes en forma satisfactoria de fuerzas espirituales, entonces tenemos un
canal de poco valor. Nuestra función consiste en ser canal, no una estación
receptora. El éxito de nuestro trabajo y la potencia de las fuerzas
espirituales que pueden ser invocadas,
pasando a través del canal creado, depende, en gran parte, del
desinterés de nuestros móviles cuando nos reunimos todos los meses. No
concurrimos para obtener algo, sino para prestar servicio grupal. Poseemos
simplemente una canasta de pan espiritual.
En el transcurso de los años asistimos en
calidad de hábiles esotéricos que ofrecemos nuestro servicio como una
oportunidad para que el Cristo y Sus trabajadores, que buscan – podríamos
decir, desesperadamente en estos días – canales que se introduzcan en la mente
de los hombres, a través de los cuales les lleguen las fuerzas espirituales
necesarias para la salvación de la raza. Por lo tanto, lo que hacemos en estas
reuniones no constituye, estrictamente hablando, parte de nuestra preparación
espiritual como miembros de la escuela Arcana, sino que debemos utilizar los
resultados de tal preparación.
En consecuencia, es evidente que tales
reuniones para quienes asisten, son un privilegio y una oportunidad. Debemos
recordar que la mayoría de los miembros de la Escuela Arcana no tienen esa
oportunidad, no la han tenido, simplemente porque viven muy distantes. Cientos
de miembros nunca han podido asistir a una Reunión de Meditación de Luna llena.
Muchos, con gran esfuerzo han podido concurrir una o dos veces a la Conferencia anual, y
este contacto es la máxima oportunidad que han tenido para tomar parte en el
trabajo en que estamos empeñados hoy.
Dichas reuniones deberían caracterizarse
por una silenciosa alegría y anhelo de participar en el trabajo espiritual, y
nuestro pensamiento y anhelo tendrán que estar acrecentadamente enfocados sobre
la necesidad del mundo y la realidad de la existencia actual de la Jerarquía Espiritual
y el Cristo. La necesidad de la humanidad y la realidad de Cristo han de vivir
en nuestra consciencia.
Alocución
del Il.·. H.·. Foster Bailey
Reunión
de Luna Llena, 21/12/1.950, Londres
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