Del signo de Aries, que fue el campo de la
primera actividad, se ha hablado siempre como del primer signo del zodíaco. En
este signo la gran rueda empieza su vuelta cíclica. Es, por consiguiente, el
signo del comienzo. Cósmicamente hablando, es el signo de la creación, y este
pensamiento subyace en las palabras de la Biblia. "El Cordero muerto desde
la fundación del mundo" (Apocalipsis o Libro de la Revelación XIII, 8) pues
este signo es llamado el signo del Carnero o del Cordero. En la vida del ser
humano marca el principio de la subjetiva y latente, conciencia de la
existencia, y el comienzo del ser humano en el círculo de la experiencia. En la
vida del aspirante al discipulado él connota el período de reorientación y de
un renovado esfuerzo autoconsciente, y su comienzo en esta etapa final del
sendero evolutivo que lo llevará fuera del reino humano y lo capacitará para realizar
la transición al reino de los dioses. Tal es la promesa hecha a Hércules y la recompensa
ofrecida a todos los discípulos. Este primer trabajo marca el primer paso sobre
el "sendero de traslación".
Aries es el signo del poder que emana del
fluir evolutivo de la divina energía, desde la deidad central, Dios, o desde el
ser humano, un hijo de Dios Esta energía fluye hacia fuera en dos direcciones
(así el punto se vuelve la línea y el Uno se vuelve el primero): fluye dentro
del mundo de las formas y también dentro del mundo del ser o del espíritu. Una corriente
de energía expresa el sendero de regreso, el introspectivo, y las dos juntas constituyen
los dos arcos del gran círculo de la existencia. En este signo empieza el
sendero en el cual se toma la forma y se la domina; en él asimismo empieza la
vida del desarrollo interior y la dominación del alma, o del ser subjetivo.
Reorganización, reorientación, repolarización y regeneración, son las características de esta
etapa, y todas ellas son expresiones de la misma fuerza vital. Los dos usos de
esta fuerza dependen de la atención mental del ser, divino y humano que la está
utilizando. Es la misma fuerza, pero usada de dos maneras diferentes,
dependiendo de si el divino utilizador ha enfocado su atención sobre si tomar
forma, u hollar el sendero de la liberación de la forma.
Durante eones, esta fuerza vital ha sido
aplicada a fines egoístas, a propósitos de autogratificación y a la satisfacción del
deseo. Poco a poco la vida de la forma pierde su atractivo, hasta que habiendo
pasado una y otra vez alrededor de la rueda zodiacal, el hombre se encuentra de
vuelta nuevamente en Aries, sólo que esta vez con un nuevo enfoque, un nuevo
interés y una visión diferente. Ha visto ante sí la promesa de que, habiendo
logrado ciertos objetivos, puede cesar de encarnar y alcanzar el reino de los dioses;
ha aprendido por experiencia algo de su propia dualidad esencial, y anhela
dejar de satisfacer el aspecto inferior de esta dualidad y encontrar la
necesidad del aspecto superior, y está empezando a responder a los impulsos que
vienen del mundo de las almas, y a prever los fines y objetivos del grupo.
Ahora tiene que aprender a usar la fuerza vital con propósito desinteresado, y
no para la satisfacción de sus apetitos personales…
El significado práctico del poder del
pensamiento, ha sido bien expresado para nosotros en las palabra de Thackeray:
"Siembra un pensamiento, y cosecha
una acción. Siembra una acción, y cosecha un hábito. Siembra un hábito, y
cosecha un carácter. Siembra un carácter y cosecha un destino".
De: "Los Trabajos de Hércules" - Alice A. Bailey